Se llamaba Fernando era un joven de más o menos 15 o 16 años, alto con la piel morena, cuerpo más enjuto que lo usual y el cabello ondulado, sus manos eran grandes al igual que sus ojos. Siempre caminaba con la mirada perdida y una sonrisa forzada en su rostro, todas las personas que lo conocían siempre cuando lo veían comentaban que él tenía algo oscuro en su pasado que lo atormentaba y nadie sabía que era, solo veían que él entraba a un terreno abandonado, donde ahí vivía solo; algunos vecinos le dejaban comida en la entrada del terreno, pero nadie se atrevía a ingresar para ver que hacía, como vivía, donde dormía o a preguntarle simplemente, en que se le podía ayudar, donde estaba su familia, en que colegio estaba estudiando, o quién era, solo la gente que vivía cerca al terreno comentaba que en las noches lloraba como un cachorro en una casa nueva y llamaba a una chica, una tal Annie, pero después no le entendían nada mas, todo era gritos y lamentos.
La gente le tenían miedo a su rostro desencajado con la mirada perdida sus manos grandes y su cuerpo lánguido causaba pánico, Fernando se convirtió en el cuco de los niños, ya que los padres con poco sentido común utilizaban su nombre según ellos para educar a sus hijos, para hacerlos comer, para hacerlos estudiar o hasta para que se porten bien, pero no se daban cuenta del daño que les estaban causando y tampoco del daño emocional que le ocasionaban a Fernando al escuchar a los padres decirle a sus hijos cada vez que lo veían pasar.
-Así vas a terminar si no estudias, cochino, solo, sin que nadie se preocupe por ti.
Entonces, los niños les preguntaban a sus padres.
-¿Fernando se porto muy mal con sus papis, no mami?
Y los papás no sabían que contestar.
Fernando no hablaba con nadie, estaba solo no tenía amigos, pero toda la gente se había dado cuenta que siempre iba al colegio Villa María de Miraflores a la hora de salida, como si a alguien esperara, además se quedaba hasta el final cuando ya no había ni una sola niña y el portero le pedía que se retirara. Los vecinos habían notado este extraño comportamiento de este joven que debería tener una familia que se preocupara por él, estar en el colegio, en fiestas o cuidando a sus hermanitos.
Así pasaron los años hasta que una intrépida niña, rubia de ojos azules y el cabello rizado que no era del barrio lo miro y le pregunto.
-¿Cómo te llamas?- dijo la niña con la curiosidad que ellos solo tienen.
-Fernaandu – balbuceo Fernando.
-¿Y dónde vives? – pregunto la pequeña.
Y Fernando señalo hacia el final de la cuadra.
-¿Puedo verla? – pidió la niña viendo el gran terreno, que ella pensaba que era un enorme jardín.
Juntos empezaron a caminar hacia el terreno, cuando llegaron la niña le dijo.
-Yo te voy a ayudar a hacer un lindo jardín y va a ser bonito y vamos a poder jugar y voy a traer mis muñecos y seremos grandes amigos. – dijo la niña inocente.
Fernando le pregunto a la niña que tenía en su espaldita.
Es mi mochilita de Barbie, guardo muchas cositas lindas y fotos, pero ya me tengo que ir porque mi mami debe estar preocupada, voy a venir el próximo sábado y voy a traer lindos juguetes y lindas plantas, para hacer el jardín, pero ¿tu lo tienes que limpiar, ya?, la niña le dio un beso y se fue.
Fue algo extraño, porque toda la semana Fernando no salió del terreno, la gente se preguntaba que había pasado con el joven perturbado, no obstante sabían que seguía vivo ya que veían salir montones de basura del terreno y en la noche el basurero recogía decenas de bolsas negras.
El tiempo paso llegó el fin de semana y dicho y hecho, la niña apareció en la entrada del terreno.
-¡Hola amigo! – grito la niña
-¡Hola! – dijo Fernando emocionado
-Mira lo que traje, es para que juguemos tu y yo y las lindas plantitas, ¿las ponemos?
La niña y Fernando empezaron a trabajar, limpiaron el terreno, además plantaron las plantas, llego la hora que la niña coma su merienda, abrió su mochila y saco unas galletas, la niña le invito una a Fernando, cuando la pequeña dijo.
-¿Hay que jugar al té? – le pregunto la niña.
-Ya – dijo Fernando.
La niña vacio la mochila y cayeron los juguetes, las tazas, los vasos, los panes de plástico y junto a ellos una foto.
Fernando sorprendido agarra la foto y le pregunta a la niña.
-¿Quién es ella?
-Es mi mami, ella murió cuando yo nací, mi mamama dice que mi mamita dio la vida por mí, por eso la quiero mucho mucho mucho.- contesto la niña.
-¿Y tu papá?-pregunto Fernando desconcertado.
-No sé, nunca lo vi y no tengo una foto de papá-dijo la niña asustada.
Entonces Fernando se volteo y miro al cielo y recordó el momento en que le decía a su enamorada Annie, que por favor tenga al bebé, que sea valiente, que no le quite la vida.
Fernando, sorprendido, miro a la niña y le pregunto.
-¿Cómo te llamas?
Annie
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